En nuestro colegio, entendemos la educación integral como un proceso que no solo abarca el desarrollo académico, sino también el crecimiento personal y emocional de nuestros alumnos. En este sentido, durante el pasado mes, todo el equipo docente ha recibido una completa formación en Educación afectivo-sexual, reafirmando nuestro compromiso de acompañar a los alumnos en todas las dimensiones de su desarrollo.
Esta formación, impartida por especialistas en el ámbito de la afectividad y la sexualidad, tuvo como objetivo dotar a los docentes de herramientas y conocimientos actualizados para abordar estas temáticas de manera natural, adecuada a cada etapa del crecimiento de los alumnos y en sintonía con los valores de nuestro proyecto educativo. Sabemos que la educación afectivo-sexual es una parte esencial en la formación de niños y jóvenes, ya que les ayuda a desarrollar una identidad sólida, a gestionar sus emociones y a establecer relaciones sanas y respetuosas con los demás.
Durante la formación, los profesores profundizaron en temas clave como el desarrollo emocional y sexual en la infancia y la adolescencia, la importancia de una comunicación abierta y sincera, y cómo responder a las inquietudes de los alumnos de manera que se promueva la confianza y el respeto. También se abordaron aspectos relacionados con el uso de las nuevas tecnologías y el impacto que estas pueden tener en la percepción de la sexualidad en los jóvenes, aprendiendo a guiar a los estudiantes para que gestionen de manera saludable los contenidos a los que están expuestos.
Uno de los pilares de la formación fue el desarrollo de estrategias para crear espacios seguros en las aulas, donde los alumnos puedan expresar sus dudas e inquietudes sobre afectividad y sexualidad sin sentirse juzgados. El objetivo es fomentar un ambiente de confianza, donde se les brinde la información necesaria para tomar decisiones responsables y respetuosas consigo mismos y con los demás.
Además, se hizo hincapié en la importancia de trabajar de manera coordinada con las familias, reforzando la relación entre el hogar y la escuela para que la educación afectivo-sexual sea coherente y efectiva en todos los ámbitos en los que los alumnos se desenvuelven.