Este jueves, los alumnos de Infantil y Primaria vivieron una jornada especial en la convivencia de inicio de curso, bajo el lema «Herederos de un tesoro compartido». Esta actividad fue el punto de partida para un año escolar enfocado en los valores del legado de San Faustino Míguez (SFM), acercando a los alumnos a su figura y fomentando la identidad calasancia.
En la etapa de Infantil, estas últimas semanas se han estado trabajando valores fundamentales a través de una divertida temática pirata. Los niños han aprendido sobre la colaboración, el respeto y la generosidad en un contexto lúdico que los preparó para el gran evento del jueves.
Ese día, los alumnos llegaron al colegio con mucha emoción, cada uno luciendo algún complemento pirata: gorros, parches, pañuelos… Inmersos en el papel, realizaron una emocionante búsqueda del tesoro por diversas áreas del colegio, siguiendo pistas que los guiaban hacia pruebas y desafíos que superaron trabajando en equipo.
La jornada fue un éxito, combinando valores, diversión y aprendizaje en un ambiente lleno de magia pirata. Sin duda, una actividad que los pequeños recordarán con mucho cariño y que ha dejado huella en este emocionante comienzo de curso.
En la etapa de Primaria, la actividad principal fue una emocionante búsqueda del tesoro, diseñada para que los alumnos trabajaran en equipo mientras descubrían los objetivos que nos guiarán este curso. Los niños, organizados por colores de «joyas» que simbolizaban sus equipos, superaron diversas pruebas relacionadas con la vida de San Faustino, la ciencia, la música y la naturaleza. Cada pista superada los acercaba un poco más al tesoro final, que se encontraba en la capilla del colegio.
La actividad no solo fue divertida, sino también formativa. Los alumnos aprendieron a través de juegos el significado de ser parte de la familia calasancia: agradecer el legado de San Faustino, profundizar en su figura como referente, compartir la riqueza del carisma recibido y descubrir la belleza de la vocación calasancia. Además, se fomentó la esperanza como actitud de vida, en sintonía con el año jubilar de la Iglesia.
El día finalizó con un momento de oración en la capilla, donde cada niño descubrió que el verdadero tesoro es él mismo, una «joya preciosa» que debe ser cuidada y compartida. Sin duda, una jornada llena de aprendizajes, emociones y alegría, que marca un gran comienzo para este nuevo curso.